jueves, 14 de marzo de 2013

Oda a mis tetas

Pensaba, siguiendo con las 8 "B's" de la Crianza, comentadas en un post anterior, hablarles de lactancia. Pensaba escribir sobre los beneficios que todos conocemos o deberíamos conocer de alimentar a nuestras crías con nuestra leche, que para eso está. Sobre cómo dar la teta se relaciona con un mejor vínculo, un mejor desarrollo en todos los sentidos.
Pero justo antes de sentarme a escribir me encontré con este artículo. Y ya no pude escribir. Me di cuenta que no es tan simple.
Por supuesto que la información veraz, lo más alejada posible de mitos sigue siendo necesaria para salvar lactancias de mujeres que desean amamantar y no lo logran por malas influencias (del ambiente, de la cultura...). Pero ya hay mucho escrito sobre eso y si desean leer, les sugiero muy especialmente que chequeen este sitio. La autora asistió recientemente al Congreso Español de Lactancia Materna y ha resumido las ponencias más importantes en su blog.
Así que les voy a hablar de MI lactancia. Sin ánimo de evangelizar a nadie. Y que cada uno saque sus conclusiones, sobre por qué se la recomienda para criar respetuosamente...
Antes que naciera Thiago, mis ideas sobre la lactancia eran vagas. Tenía claro que era importante, y quería amamantar, pero no sentía ningún rechazo hacia las mamaderas con complemento. Al contrario, me parecía que eran una buena ayuda.
Pero desde el momento que me lo trajeron, aún en la sala de parto, y lo puse en mi pecho, una transformación silenciosa comenzó. Los primeros días fueron difíciles, como ya les conté. Gracias a las malas intervenciones en el sanatorio, desconfiaba de mi capacidad para alimentar a mi hijo. Pero una vez en casa, y superado el dolor en los pezones de los primeros días, mis tetas se convirtieron en lo más maravilloso del mundo. No sólo para Thiago, sino también para mí. Y me sentí insultada y humillada por todas las veces que me ofrecieron "un poquito de complemento para que duerma mejor" o "para que se alimente mejor". Mejor que mi leche? Imposible!
Descubrí el placer infinito de dar la teta. Lo fácil que se volvió contactar con mi bebé, calmarlo, consolarlo, hacerlo feliz. La leche era amor líquido que fluía y mi corazón se ensanchaba cada vez más. Me embargó un orgullo enorme. Mi lactancia es MIA. En todas las otras cosas, pueden participar el papá o las abuelas o quien ande cerca. Pero a la hora de la teta, sólo estamos mi bebé y yo, fundiéndonos piel con piel. No he conocido felicidad mayor que ver a mi hijo crecer, desarrollarse maravillosamente, gracias a mis tetas.
Y es una felicidad que se realimenta cada día, a cada rato, cada vez que le ofrezco el pecho y veo cómo su carita se transforma, abriendo los ojos y la boca bien grandes y zambulléndose en ese abrazo sin fin.
Planeo seguir dando teta por mucho tiempo más. Mientras a los dos nos siga gustando. Porque dar teta es como hacer el amor; uno nunca se aburre ;)

3 comentarios:

  1. Tooooda la razón del mundo. La teta siempre es nuestra, sin sustituto. Me encanta la comparación del final. Un besoooo

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  2. gracias!!! ya he visitado tu blog. besossss

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  3. También creo que la lactancia materna es la forma más intensa, especial y natural de expresar el amor entre mamá e hij@!
    Felicidades por disfrutarlo con tu hijo Mariel!

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